Son muchos los valores que forman una Compañía, pero hay un valor que merece especial atención y que está vinculado estrechamente al compromiso de los empleados con la empresa. Se trata del “sentido de pertenencia”.
El sentido de pertenencia vincula a los empleados de una Empresa, y genera un compromiso con sus valores y su marca. Lo que nos pertenece nos une emocionalmente y cuanto más cercana sea la relación existente, más fuertes son los lazos y vínculos, y más fácil conseguir metas y objetivos. La pertenencia genera compromiso y prioridades.
Si vives los valores, el compromiso con la Compañía es algo que surge espontáneamente y trabajas con pasión. Existe un clima de confianza y aprecio por tu equipo, por tu empresa y por tu marca. Si no los vives, el sentido de pertenencia es tan débil que trabajas sólo por obligación. Se genera un ambiente de trabajo con el mínimo esfuerzo. Nuestra actitud no es óptima, y nuestro servicio tampoco. No hay compromiso, no hay calidad, y a corto plazo, esto supone una reducción de los beneficios de la Compañía.
Las soluciones de muchas Compañías a veces sólo se enfocan al sistema externo (nuevas tecnologías, reestructuraciones, políticas nuevas, o entrenamiento de los empleados en habilidades y competencias necesarias para funcionar en el nuevo sistema). Se soluciona el problema externo de forma aislada, y se está ignorando la necesidad de cambios internos en la consciencia del empleado y en la cultura, se obvian los aspectos psicológicos y espirituales. No todo es cuestión de habilidades y estructuras, muchas veces también es cuestión de identidad, de creencia, de visión de mundo.
Los recursos financieros, tecnológicos y materiales representan parte del éxito de una Compañía, pero la información, la comunicación y las personas son su principal fortaleza. ¿Porqué las Compañías gestionan todo tipo de activos y estrategias, y se olvidan que el activo más importante de una Compañía son los valores, y que para mantenerlos, sí que es realmente necesaria una estrategia a otro nivel?
Puede que esas competencias o habilidades entrenadas jamás se pongan en acción, por una simple razón, y es que cuando no hay ilusión ni pasión, las personas y los equipos no entregan ni todo su potencial, ni todo su talento. El compromiso va de mano de la motivación, y motivar no es dar ánimo, sino motivos.
La Empresas deben predicar con el propio ejemplo los Valores de la Organización desde arriba hacia abajo , preocuparse de que los trabajadores los hagan suyos, se los crean y los pongan en práctica. Los valores deben estar alineados desde la propia persona hasta el equipo, hasta la empresa y hasta la marca, con el mismo vínculo.
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